Jose Lleó - Fotografía

Memorias

Ana 03/07/2018

Conocí a Ana un invierno cualquiera, allá por 2013. En aquella época ya trasteaba con cámaras haciendo fotos sin sentido a todo lo que mínimamente me despertaba interés pero, todo sea dicho de paso, sin apenas conocimientos ni formación sobre fotografía. A pesar de ello, tenía bastante claro qué era lo que me gustaba y en lo que quería especializarme: el retrato.


Una tarde de muchas pateando las calles de Valencia aporreando sin demasiado éxito mi Nikon D5200 y con un frío que ya empezaba a ser preocupante, decidí parar en el Starbucks de Gran Vía a tomarme algo con lo que entrar en calor. Una vez servido una taza de café de poco más de medio litro, saqué el Mac para echar un vistazo a cómo se veían las fotos que había sacado durante aquella tarde mientras escuchaba algo de música. La escena parecía sacada de una peli mala de Hollywood. Muy forzado todo. Sobradamente artificial: tremendamente yanqui.


En aquellas, habiendo ocupado la última mesa del local (una doble para mi solo) y asombrado por la basura de capturas que tenía entre manos, se sentó enfrente mio una chica no sin antes pedirme permiso. Vestida con un jersey largo de lana gris, vaqueros, botas altas marrones y un gorro del mismo color, dejó sobre la mesa el café, su Mac y una libreta demasiado pequeña como para ser útil. Como las de las series americanas del inspector que investiga el crimen. Pues así. Muy Colombo todo. Sospechosamente irreal: extremadamente yanqui.


En algún momento que no recuerdo, desconozco si antes o después de borrar toda la tarjeta de memoria horrorizado por lo que estaba viendo, señalando y mirando mi cámara de fotos me preguntó: “¿Fotógrafo?”, a lo que yo respondí: “Ojalá”. “Date tiempo” dijo ella. Haciendo acopio de su prestancia, le señalé la libretilla preguntándole: “¿Inspectora de homicidios?”, respondiéndome ella entre risas: “Escritora… ojalá. Me llamo Ana, por cierto…”.


Cerramos las tapas de los Macs y empezamos a hablar de la vida en general, nada especialmente serio. Alicantina de paso en Valencia, se encontraba un poco triste porque su chico se había ido por trabajo a Madrid y ella no podía irse con él. Escribía sobre ello porque tenía el sueño de sacar una novela algún día. Me dejó echar un vistazo a algunas páginas que había escrito. Realmente bueno, la verdad. Resultaba impactante leer algo tan triste viniendo de una chica como ella. Tan risueña y simpática. Tan rubia e inteligente.. y con tantas pecas en la nariz.



Mientras hablaba y la miraba, recuerdo perfectamente el pensar: quiero hacerle fotos a esta chica. Fue la primera vez de muchas en todos estos años. Me armé de un inconsciente valor y se lo propuse. Gracias a Dios (o a quien sea), me dijo que no. Sin duda, habría desaprovechado por falta de conocimientos, técnica, teoría de color y mil cosas más, una oportunidad así. Sus motivos eran claros: me da vergüenza posar delante de la cámara y, sobre todo, no estoy en mi mejor momento.


Me tenía que ir y nos despedimos no sin antes darle mi teléfono para que me escribiese si cambiaba de opinión con respecto a la sesión de fotos que le ofrecí. Con un “Me lo pensaré” me fui con mis cosas a otra parte de forma literal y también figurada.


Sí me escribió al poco, aunque nuestras conversaciones se limitaban a alguna vez por mes ponernos al día de nuestros avances en escritura y fotografía y a felicitarnos el año y el cumpleaños. Nada demasiado fluido, la verdad. Aunque yo seguía en mis trece de querer hacerle fotos y alguna vez se lo volvía a proponer. Menos mal, que siempre me decía que no. No era el momento. El mío, concretamente.


Pasaron ni más ni menos que cinco años, en 2018. Yo estaba trabajando y viviendo en Playa de San Juan, Alicante. Ella es de cerca de allí e intensificamos las conversaciones. 

Quién soy

Contacta conmigo

Ego

Portada - en obras

contenidos © Jose Lleó Fotografíacreado en Bluekea